La capital de Ecuador se sitúa en plena sierra. Ya en tiempos remotos era una importante ciudad, y el paso del tiempo solo ha hecho que afianzarlo. Se la considera la capital más antigua de América del Sur y su ubicación, además, la hace especial ya que está a tan solo 30 kilómetros de la línea imaginaria que separa los hemisferios Norte y Sur.
Todos coinciden que el centro de Quito es de los más bonitos, nosotros no es que desconfiemos pero teníamos que comprobarlo. Eso, y que nos gusta conocer las capitales de cada país que visitamos.
Moverse es sencillo y no nos costó encontrar a nuestro anfitrión Daniel, quién nos recibió en su casa y nos brindó una bienvenida invitándonos a degustar la fritada y la colada morada con guagua de pan, a razón de la celebración anticipada del día de Todos los Santos, en casa de su madre.
Seguidamente, cogimos el MetroBus para llegar hasta el centro y pasear por sus calles. Una simple toma de contacto y ver qué movimiento había un domingo por esas calles con tanta historia. ¡Y ambiente no le faltaba a la Plaza Grande! Los predicadores se reparten para alabar la palabra del Señor o vaciar los bolsillos del que se precie, según se quiera ver. Pero también hay espacio para el disfrute. Grupos de baile, bandas de música y vendedores con todo tipo de tentempiés amenizan las tardes en esta parte del mundo.
La Plaza de la Independencia está flanqueada por La Catedral y el Palacio Presidencial. Es un buen punto de partida para empezar la visita del centro histórico, acercarse a la iglesia de San Francisco o la iglesia de la Compañía de Jesús, pasear por las calles de La Ronda o subir hasta el Panecillo para admirar las vistas a la ciudad.
Pero sin duda, algo que llama mucho la atención y que atrae a muchos turistas es la Mitad del Mundo. Sea por lo místico del lugar, sea por las curiosidades que lo rodean o únicamente por la posibilidad de saltar de un hemisferio a otro con solo un paso.
Existe el monumento, un complejo construido entre varios países que explica la historia alrededor de la línea equinoccial y varios pabellones que explican la unión Franco-Española-Ecuatoriana para el estudio de la ubicación exacta de dicha línea. Tras unos cálculos, e imaginamos que muchas discusiones, se determinó este punto como el lugar por el que pasa la línea. Estudios más recientes indican que la línea pasa unos cientos de metros más allá, pero considerando la instrumentación de la época ya acertaron bastante. De todas formas, se dice que la línea ocupa 5 kilómetros de ancho, así que cada uno que lo interprete a su manera.
A nosotros lo que más nos gustó fue saltar entre ambos hemisferios al mismo tiempo. También hay un interesante museo muy cerca para el que quiera comprobar los efectos de la línea del Ecuador. Nosotros disfrutamos de un día estupendo entre las dos mitades del Mundo.