Está frontera nos lo ponía fácil para hacerlo del modo que más nos gusta, a pie. Hablamos de la frontera de Rumichaca, paso fronterizo entre Colombia y Ecuador. A tan solo unos pocos kilómetros del centro de la ciudad de Ipiales está el límite, y llegar a él es tan sencillo como subirse a un bus urbano que te deja a escasos metros de la garita o ir andando.
Antes de cruzar la frontera para llegar a Ecuador queríamos hacer una parada en la ciudad de Ipiales. Como toda ciudad que esté en el límite, su carácter es especialmente comercial y diverso en personajes.
Un carácter concreto que hemos venido viendo en otras ciudades fronterizas.
Igualmente, no era ese nuestro único propósito en la ciudad, queríamos llegar hasta uno de los templos más emblemáticos de Colombia. El Santuario de las Lajas, está construido sobre el cañón del río Guáitara y es de estilo neo gótico. En su conjunto, su atractivo es la ubicación de éste y la gente que acude a él. Tantos son los fieles que acuden que durante el recorrido de bajada al templo las estampas de agradecimiento por los milagros obrados y curaciones se han ido fijando a las paredes de la roca.
Una vez acabamos la visita al santuario cruzamos la frontera. El ir y venir de gente es constante. Los vendedores ambulantes se multiplican y los transportes hacen su agosto transportando todo tipo de mercaderías. Nosotros no teníamos especial prisa, así que nos lo tomamos con calma y disfrutamos del ambiente que se respiraba.
Cuando pasamos al otro lado las opciones que se nos presentaban para llegar hasta el siguiente pueblo no nos convencían mucho, teníamos claro que íbamos a probar el autostop. No lo veíamos complicado ya que la cantidad de coches y camiones que circulan por aquí es elevada.
No tardó mucho en parar un coche, Ramón y Susana, junto a su hijo, quisieron ayudarnos a llegar a Otavalo, ciudad donde ellos viven. Ésta familia pertenece a la etnia Kichwa y esta iba a ser nuestra carta de presentación al país de la mitad del mundo. Amables y curiosos se pasaron el camino preguntándonos sobre nuestro viaje y contándonos acerca de su modo de vida.
Viven gracias al campo y a una tienda de víveres en el Mercado del 24 de Mayo de Otavalo. Tuvimos una gran suerte, por decirlo de alguna manera, en encontrarnos, pues hicimos buena amistad. Si la entrada a un país haciendo autostop ya es una alegría para nosotros, hacerlo junto a Ramón y Susana fue una experiencia grandiosa, no solo nos llevaron hasta nuestro destino sino que nos dieron la oportunidad de conocer muchas cosas de una parte de la cultura ecuatoriana con solo poner los pies en este país.
2 comentarios
Es emocionante.
Hola Rosario,
Gracias por el comentario, para nosotros el recorrido es mucho más importante que el destino.
Un abrazo bien fuerte,
Alberto & Sonia