Beijing, la gran capital del país sería nuestra última parada en China, y no por casualidad. Dejamos para el final, la guinda del pastel, de un pastel mucho más dulce de lo que nos esperábamos.
Era muy pronto por la mañana cuando junto con Dani llegamos. Con sueño y cansados, aún tuvimos fuerzas para irnos a visitar el centro con las mochilas a cuestas, y es que a medida que nos acercábamos a la plaza Tiananmén, nos olvidábamos del cansancio y las ganas de conocer aumentaban.
Ante nosotros una de las estampas más famosas de la ciudad, la gran explanada de cemento, aislada del tráfico y rodeada por vallas de seguridad, al fondo el cuadro de Mao presidiendo la entrada a la Ciudad Prohibida.
Tiananmén es conocida mundialmente por ser construida con la finalidad de realizar actos políticos, y desgraciadamente por ser el escenario de la masacre que el Gobierno realizó contra los estudiantes que allí se manifestaban. Hoy es un lugar donde la seguridad para visitarla es exagerada, pasando continuos controles policiales.
La Ciudad Prohibida se encuentra justo detrás de esta plaza. Este complejo que alberga los palacios donde residieron los emperadores y miembros de la realeza es otro de los puntos turísticos que quisimos aprovechar para visitar.
Grandes palacios, jardines y templos se albergan en su interior. En la época, solo la realeza podía acceder al interior de sus muros, hoy pagando entra todo el que quiera.
Acabada la visita fuimos a encontrarnos con Li Li, el que sería nuestro anfitrión para los días que pasaríamos en la ciudad. Nos gustó mucho que nos alojara en su casa. Tuvimos la oportunidad de conocer más acerca de su cultura, que nos explicara muchas cosas, que nos enseñara el campus de su antigua universidad y que aprendiéramos además algo de cocina china, y es que Li Li habla un buenísimo castellano!
Durante los siguientes días visitamos el resto de la ciudad, paseamos por las grandes avenidas y visitamos los templos. Los hutongs, son los antiguos barrios, de casas bajas y todas orientadas a los callejones.
Pero lo mejor estaba por venir, y lo dejamos para el final.Visitar la Muralla China desde Beijin sería el plato fuerte.
Nosotros optamos por un camino alternativo, realizar un trekk por la montaña para acceder a la parte en ruinas de la muralla y así continuar unos cuantos kilómetros por encima de la muralla hasta llegar a la parte restaurada y turística, todo esto sin pagar entrada. ¡Nos pareció una idea muy seductora y nos animamos a intentarlo!
Caminar por esta parte de la muralla, verla en su esencia fue una gran experiencia y el colofón perfecto de nuestro paso por este gran país, al que no dudamos ni un segundo que algún día, regresaremos.
2 comentarios
Buena idea la aproximación a la muralla china desde lejos. ¡¡¡Plas plas plas plas!!!
Siempre viendo la realidad. Sois grandes.
El paseo que nos dimos fue chico, llegar hasta el punto de partida ya es un reto en sí, subir hasta la muralla abandonada fue coser y cantar en comparación.
Alberto & Sonia!