Esta ciudad de la India no es que sea de las más conocidas, que digamos. Para el hinduismo, Ujjain, es una ciudad imprescindible. Situada a orillas del río Shripa, esta ciudad es importante por ser una de las 12 ciudades donde hay un jyotirlinga y una de las 4 ciudades donde cada 12 años se realiza una de las mayores peregrinaciones del mundo, el festival Kumbhamela.
Vamos por partes. Un jyotirlinga es un templo donde el dios Shiva es adorado en forma de falo de piedra. Hay 12 repartidos por diferentes ciudades de la India. A esta representación simbólica se le llama lingam, una pequeña columna rodeada por una especie de plataforma circular con un desagüe. En este caso, el material usado para la plataforma es metálico, diríamos que de plata, mientras que la columna parece ser una roca pulida.
De todas partes del país, individualmente o en familia, se desplazan hasta aquí para hacer su ofrenda. En temporada alta Ujjain llega a colapsarse, por eso que haya tantos alojamientos repartidos por los alrededores del templo Mahakaleshwar, donde está el jyotirlinga en cuestión.
El templo está protegido de manera bárbara: vallas de contención en los alrededores, diferentes controles para acceder a su interior y por supuesto nada de móviles, zapatos ni bolsas. Solo se puede acceder con el puja kit, la ofrenda de mezcla de cereales varios, pétalos de flor, galletas, arroz inflado y un vaso de leche. La verdad que es curioso hacer cola, a ratos más corta, y mezclarse con las personas ansiosas por ver y entregar al lingam su puja kit. Después de un rato, y algún que otro zigzag, como en los parques de atracciones, accedes a una sala donde unos señores muy amables recogen la puja de los fieles y la acercan a una salita situada al fondo donde en su interior se encuentra el lingam. Rocían al lingam con todo: litros de leche, flores… En la misma sala, hay unas gradas donde sentarse a contemplar el espectáculo, que además generosamente se retransmite en directo por una televisión. Al interior de la salita no te dejan acceder si no pagas y no llevas un vestuario concreto.
Guay, jyotirlinga visto. Saliendo de la sala, dentro del mismo complejo del templo Mahakaleshwar, hay diferentes templos que también vale la pena darse una vuelta y ver como los fieles van dejando alguna moneda o billete. En una sala acristalada, se recoge y cuenta el dinero recaudado. No os creáis que es poco, que contamos 6 personas a la vez haciendo esa tarea.
Ujjain, tiene lago y río. El lago no se usa, en medio tienen un monumento conmemorativo a Vikramaditya, un antiguo rey de la India que lo hizo tan bien que lo inmortalizaron en una estatua de varios metros de altura rodeado de los nueve nava-ratna. El río es otra historia. Aquí pasa de todo. Bueno, todo lo que suele pasar en un río de India. Lugar de rituales por excelencia. Ram Ghat es el más concurrido. Ritual para hombres. Primero hay que raparse la cabeza, desprenderse de la mayoría de ropa, darse un chapuzón y esperar que el sacerdote haga el ritual con cocos, naranjas, flores… a veces parece improvisado. Siéntate un rato a ver los diferentes rituales, los hay más elaborados y los hay más sencillos, se adaptan a cualquier bolsillo.
Alrededor de la ciudad hay muchas cosas, pero no todas son imprescindibles. En la ciudad se puede diferenciar la zona de los indios musulmanes y los hinduistas. En la primera se vende carne y en la segunda no. Hay que perderse un poco por los barrios, de camino al Gopal Mandir, por ejemplo. Un templo que está en medio de un bazar. Lo más curioso de este templo de mármol y de arquitectura Maratha son sus puertas de plata. Han dado muchas vueltas. Mahmud de Ghazni había cogido estas puertas del famoso templo de Somnath en India y las llevó a Ghazni en Afganistán. Más tarde, Mahmud Shah Abdali tomó las puertas y las llevó a Lahore en Pakistán. Finalmente Mahadji Scindia las recuperó y las instaló en el templo de Gopal Mandir. Fin del viaje de las puertas.
Y otra curiosidad, el templo dedicado a Ganesh, el dios elefante, Shree Bada Ganesh Mandir. Contiene una estatua gigante de esta divinidad. A ciertas horas, hay estudiantes que se sientan en frente suyo y recitan versos sistemáticamente.
A la guinda del pastel hay que esperar a que oscurezca. En el templo Harsiddhi Mandir, de la rama hinduista del Shaktismo y también de arquitectura Maratha, ocurre la magia. Dos columnas negras como el azabache se iluminan con cientos de lámparas de aceite. El espectáculo es maravilloso, la atmósfera que se respira indescriptible y la preparación del momento intrigante. Se juntan más de un centenar de personas, los tambores retumban y parece que dentro del recinto, fuera, deja todo de existir. Así se despide Ujjain el día, iluminando con tantas lámparas que no hay lugar para la oscuridad.
2 comentarios
Preciosas fotos, como siempre. Cuidaros!!!!
Un abrazo
¡Muchas gracias Antonio! No dejes de seguirnos! 😉
Un abrazo,
Alberto y Sonia