El visado pronto nos diría adiós y con ello se acababa el tiempo por este país. Los últimos días buscamos la manera de conocer de primera mano como vive una familia 100% bangladesí. Bendito seas CS. Apareció la oportunidad.
Comienza la historia.
Desde Dhaka reservamos un par de asientos en un tren hasta Rajshahi. El tren iba llenísimo. Nos costó entrar por la puerta del vagón y luego nos costó mucho llegar a nuestros asientos. Para colmo, cuando por fin llegamos, había dos personas en nuestro sitio durmiendo. Las despertamos, pero se hicieron las locas. No querían levantarse. Al parecer tenían un asiento reservado en otro lugar del vagón. Les daba mucha pereza moverse con tanta gente y nos decían que fuéramos a su lugar. Durante un buen rato fuimos el foco de atención del vagón ya que algo que en 1 minuto podría haberse solucionado tardó 20. Finalmente, y bajo la presión de otros pasajeros, accedieron y se movieron a su lugar.
En Rajshahi nos esperaba una pareja joven con dos hijas para acogernos los días que íbamos a estar en la ciudad. No sabíamos la experiencia que nos esperaba, así que planeamos algunas visitas turísticas que hay por los alrededores mientras ellos trabajaban durante el día.
Rajshahi es considerada una de las ciudades más felices del planeta, según algunas fuentes. Ellos fueron el vivo reflejo de esa estadística. No vimos nada de lo que teníamos planeado, ¡pero al carajo los planes! Estábamos viviendo una experiencia totalmente local, con una familia más que agradable y podíamos ver de primera mano como se suceden las relaciones entre las personas en esta parte del mundo. Teníamos ante nosotros una gran oportunidad para aprender sus costumbres, su día a día y los protocolos sociales. Nos sumergimos y nos dejamos llevar, dentro de lo que ellos nos tenían preparado.
Paseamos a orillas del río y nos acercamos al parque zoológico para que una de las hijas se entretuviera un rato con los animales mientras les daba de comer. Conocimos la universidad, una de las más importantes del país. Dentro hay un museo de la historia de Bangladesh muy interesante. Conseguir la independencia, para un bangladesí, es un hito muy presente y del que no quieren olvidarse. Además coincidió que estábamos a escasos días de las elecciones generales y toda la ciudad estaba repletísima de panfletos de propaganda política.
La oficina que tienen nos permitió ver como se establecen los negocios y lo importante que es para ellos la cercanía. Una de las familias que contrató un servicio con ellos les invitaron, en forma de agradecimiento, a comer un día a su casa. Al saber que nosotros éramos invitados suyos, inmediatamente nos incluyeron a esta celebración.
Los protocolos iniciales de presentación en la casa se realizaron en una habitación con una cama y un sofá. Todos sentados alrededor mientras las mujeres de la familia acababan de preparar la comida. Comimos en dos turnos. Primero los invitados y la familia servía. Y una vez acabamos de comer nos retiramos a otra habitación a reposar la comida, mientras los anfitriones comían. Al finalizar, nos juntamos todos en la habitación a conversar, nos hicimos fotos y bromeamos. Pese a que se trataba de una relación laboral entre dos partes, se establecen vínculos cercanos y se estrechan los lazos. Nos sentimos alagados y a la vez nos da que reflexionar de lo sencillo que resulta hacer sentir bien a los que se cruzan en tu camino.
Hoy, la vida cotidiana es tranquila. En esta ciudad son muchos los que pueden disfrutar de su tiempo libre. Solo basta acercarse a la ribera del río y ver como pasean, juegan o descansan para darse cuenta que es tan importante para ellos esforzarse en su trabajo como el dedicarle tiempo a sus aficiones, familia y a los amigos.
Una tarde nos acercamos todos juntos a la zona comercial de la ciudad donde, entre callejones, se extiende un gran mercado con producto fresco y a su alrededor muchos negocios varios. Con la compra hecha, solo quedaba preparar la lumbre y echar la carne en el asador. Disfrutamos de una barbacoa. Todo marinado con cariño y acompañado de deliciosa fruta, pasamos un largo rato bajo la luz de una bombilla en la azotea del edificio. Con el resto de alimentos nos movimos al interior de la casa, donde seguimos comiendo e intercambiando conversaciones interesantísimas de dos mundos completamente diferentes. Temas sobre religión, política, amor, familia, sueños y trabajo.
Con tal situación, ya os podéis imaginar que pocas ganas teníamos de irnos, pero así es el viajar. Hay que avanzar en el camino aunque éste no lo ponga fácil.
Nos fuimos en un autobús a Sona Masjid, cerca de la frontera con India. Así comenzaba nuestro último día en Bangladesh. Entre campos, descubrimos una de las ruinas más importantes del país. Tan importante que sale en uno de sus billetes. Con las mochilas a cuestas y cámara en mano, una pareja joven, con un correctísimo inglés, nos abordaron para compartir con ellos nuestra visita por la zona. Recorrimos los caminos en un ciclo-carro mientras nos íbamos despidiendo. Cuando supieron que teníamos que cruzar la frontera no dudaron en acompañarnos hasta allí. La despedida, como si fuésemos amigos de toda la vida. A uno se le encoje el corazón. Se encariña pronto con gente tan cercana y no nos resultó fácil irnos del país. Hicimos de tripas corazón para abordar las oficinas de inmigración.
La frontera fue otra experiencia en sí. ¡Como nos gustan estas fronteras! Las cosas se siguen apuntando en un libro de registro gordísimo en edificios tan austeros que nos transportan a tiempos anteriores. Retrocedíamos en el tiempo.
A pie, dábamos nuestros últimos pasos dejando atrás Bangladesh y, evitando echar la vista atrás, entrabamos de nuevo en India. Otro país inconfundible.
6 comentarios
Uffff… Como os envidio!!!… Seguid disfrutando…. Un Abrazo
Hola M.Luisa,
¡No hay envidia que valga! Un abrazo,
Alberto y Sonia
Me encanta todo lo que escribís. Cada entrega es una nueva aventura que casi nos pone en vuestra piel. Felicidades por vuestro trabajo. Un abrazo.
Hola Encarna,
Imaginamos que al ser familia nos entendéis mejor y ponéis voz a esas palabras.
Un abrazo,
Alberto y Sonia
Hiii
Very nice photos
And Alberto very different here with what I was in Panjkent 🙂
Hello Ahmad,
Thank you very much for your comment, and… Yes, Alberto has more hair on his face! 😀
Regards,
Alberto and Sonia