El Valle de Fergana hace unos años fue una región bastante disputada, y con algún que otro enfrentamiento étnico, debido a la disolución de la URSS y la posterior repartición de territorios entre las tres repúblicas de Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán. Todos estos pueblos vivían sin fronteras políticas pero al caer la Unión Soviética se crearon estos nuevos países y a nadie le importó que uzbekos, tayikos y kirguís compartieran el mismo territorio. A día de hoy, la zona es tranquila.
Cruzamos el valle a dedo. Andijan, Fergana, Margilan, Kokand y Tashkent, este era nuestro objetivo y lo cumplimos. Por el camino conocimos a varios personajes simpáticos y agradables, todos haciendo honor a su fama, la de buena gente. Con deciros que no teníamos ni un som uzbeco en el bolsillo y el conductor del autobús que hace el recorrido desde la frontera hasta Andijan nos invitó a subirnos, gratis, en un recorrido de más de 30 kilómetros para que nos deshiciéramos de los taxistas. Un agricultor montado en su furgoneta con un amigo español al que llamó para que nos saludara, un hombre que quiso ayudarnos a encontrar un taxi para seguir hasta que le hicimos entender que seguíamos a dedo, otro que nos llevó sin más explicación en un tranquilo trayecto y una familia que remató el viaje a Tashkent invitándonos a comer y parando a tomar fotos en un prado a las afueras de la ciudad. El Valle de Fergana nos pareció increíblemente bello, gracias a las personas que lo habitan y te hacen sentir seguro en una tierra desconocida. Si obviamos las 3 joyas de la corona del país, Samarcanda, Bukhara y Khiva, el resto del país es bastante desconocido por muchos.
Tashkent era la primera capital de estilo soviético que pisábamos. Tres amigos de CS nos recibieron en su casa y nos pusieron al día de todo lo que acontece en el país. Charlas muy interesantes, pero también hubo momentos muy divertidos y paseos por la ciudad. Chorsu bazar, ubicado bajo una colorida cúpula turquesa, la preciosa madraza Kulkeldash, el parque Navoi, encontrar un recinto con tres mausoleos, la plaza de la Independencia y la plaza Amir Temur con el hotel más popular de la ciudad detrás. Tashkent es grande, pero el centro se puede hacer perfectamente andando y en metro. Las estaciones de éste nos parecieron muy curiosas de ver.
Un día seguimos camino y de Tashkent nos fuimos a cruzar la frontera con Kazajistán. Nos fuimos en transporte público. En autostop es ridículo, pues la frontera está a las afueras de la ciudad y el autobús que nos sacaba de la ciudad ya nos iba a costar el mismo precio que el que nos llevaba hasta la misma frontera. Cruzar la frontera, puro trámite. Bueno, la anécdota es que nos preguntan los policías si son 30 días los que nos pertenecen de permiso de visado. ¿Cómo? ¿Nos lo preguntas o nos lo afirmas? 30 días gratis, pero llame a su superior para asegurarse, haznos el favor.