Cruzando el desierto de Taklamakán hacia Kashgar

Sentados en el asiento duro de un tren con destino Kashgar empieza nuestra propia película de espías. En la estación, antes de subirnos, todo normal si tenemos en cuenta que estamos en China y que para acceder hay que pasar diferentes controles. El trayecto iba a durar más de 25 horas y cruzaríamos el desierto de Taklamakán, o lo que es lo mismo, una basta región de absolutamente nada.

Tranquilamente sentados en nuestros asientos, a no más de 30 minutos de haberse puesto marcha el tren, se acerca el revisor con la tonta excusa de poner correctamente unas maletas del portaequipajes. No eran las nuestras, pero quedaban justo en nuestras cabezas. – Me podéis enseñar el pasaporte y los billetes, ¿Kashgar? – Nos devuelve los documentos y se marcha. En la próxima estación, Hami, dos policías uniformados de las fuerzas especiales se dirigen a nosotros como flechas. Robots programados para cumplir órdenes. Nuevamente mostramos nuestros pasaportes y respondemos a una serie de preguntas. La conexión revisor – policías es obvia. Éstos conocían perfectamente nuestra ubicación.

Al cabo de unas horas, la paranoia se nos dispara. Sube una pareja china que dice ir a Kashgar, pero que bajarán en una población anterior. Hablan perfectamente inglés – algo poco común en China -, les gusta mucho viajar y se interesan por nuestro viaje. Todo normal hasta que empieza una serie de preguntas fuera de contexto. Se interesan sobre nuestras intenciones al visitar Kashgar, nuestras profesiones y si hemos visitado países muy concretos. Mientras, intentábamos esquivar la conversación explicándoles cosas de nuestro país. No podemos negar que se nos pasó por la cabeza que eran espías camuflados de mochileros para sacarnos información.

A raíz de una serie de disturbios en la región de Xinjiang (Sinkiang), concretamente en Urümqui y los atentados de Kashgar, el gobierno ha decidido extremar la vigilancia convirtiendo la región en un estado policial en toda regla. La región está habitada por mayoría Uigur, un pueblo pacífico donde algunos de ellos no son leales a su gobierno y reclaman una serie de libertades que consideran perdidas. El gobierno que no se anda con historias, lejos de considerar cualquier petición, decidió tomar una serie de medidas de control y seguridad que somete a toda la población y que ha ido aumentando con el paso de los años. Se han instalado cámaras de vigilancia por todos los rincones de las ciudad, arcos detectores de equipaje, policías y civiles en todas las esquinas vigilando, y espías ataviados con mochilas negras y walkie-talkies que se dedican a seguir al turista en sus paseos. Además, supuestamente, se han creado unos campos de reeducación para la población Uigur. ¿Y por qué se controla a los turistas? Sencillo. Entre otras cosas, el gobierno considera que los atentados fueron ayudados por medios extranjeros, y por eso cualquier extranjero que visite la región es sospechoso. ¿o lo hacen por nuestra seguridad? Debate aparte, viajar por esta región es seguro. El control que se hace del extranjero no es para nada agresivo, ni tan sólo desagradable. Únicamente hay que tener en cuenta que uno está vigilado.

Kashgar es de esos sitios que cuando planeábamos el viaje tenía la marca de imperdible. Una ciudad – oasis tan importante en la ruta de la seda es sinónimo de mezcla de culturas. Aunque los edificios que quedan no tienen nada que ver con aquel entonces – la ciudad vieja está siendo demolida y desplazada un par de kilómetros en forma de tiendas de souvenirs – la atmósfera sigue siendo muy interesante. Tras tantos años siendo uno de los cruces de camino más importante ha ido impregnándose de diferentes culturas, conocimiento, religión, gastronomía dando como resultado una ciudad con un carácter muy interesante.

Conocimos a una pareja de italianos, viajeros de la vieja escuela, en el hostel donde nos alojábamos y pasamos unos días entre paseos e interesantísimas conversaciones sobre la vida y el sentido del viaje. Conectamos a la primera. Durante nuestro primer paseo por la ciudad exploramos lo que llamamos la nueva ciudad vieja. Nos deleitamos viendo todo lo que nos resultaba nuevo. La ciudad tiene muchos rincones interesantes que ver y por los que perderse un rato. En la plaza principal está la mezquita Id Kah, con más de 500 años de antigüedad, es símbolo de la ciudad y a día de hoy es un atractivo turístico más. Las callejuelas y los mercados están llenos de vida. El mausoleo de Aba Khoja es un bonito complejo con preciosos azulejos y que alberga la tumba de cinco generaciones de la familia Afāqi.

Los domingos ocurre algo que lleva sucediéndose miles de años. Se trata del mercado de animales. Nos subimos en un autobús local lleno de hombres que se interesaban en conversar con nosotros, cosa extraña de presenciar paseando por la ciudad con tanta vigilancia. Al llegar todos parecían sorprendidos y algo desilusionados. Ante nosotros el mercado estaba vacío, inactivo. Tras varías averiguaciones, ese domingo se había decidido no hacer el mercado por tareas de desinfección. Válgame la coincidencia, justo ese domingo el mercado está cerrado. Ya es mala pata. Nos conformamos con volver a la ciudad y disfrutar del ambiente que se respira en una antigua tetería bebiendo té con azucar cristalizada mientras un grupo baila y canta canciones tradicionales.

Kashgar es sin duda una de las ciudades más interesantes en nuestro recorrido por China. La atmósfera que se respira es muy diferente al resto del país. Y pensar que es una ciudad que durante años ha estado acostumbrada a recibir a diferentes viajeros y comerciantes, hace de este lugar una parada top en un país que nos fascina y que nos llena de continuas contradicciones.

2 comentarios

  1. Antonio dice:

    Interesantes vuestros comentarios, como siempre. Leyendo, ya parece que estoy allí. Cuidaros y disfrutad como sólo sabéis vosotros.
    Un abrazo de nuestra parte!!!

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GeorgeTown.Bicycle Street Art

Alberto Campaña y Sonia Díaz son los autores de VísteteQueNosVamos, una web que nació en el año 2014 a raíz de un viaje vuelta al mundo. Apasionados de los viajes y de la montaña desde siempre, en un par de ocasiones decidieron dejarlo todo y salieron a conocer el mundo sin billete de vuelta. Una vuelta al mundo los llevó por Nepal, Sudeste Asiático, China, Japón, EE.UU y Sudamérica, recorriendo miles de kilómetros en transporte público, a pie y en autostop. A finales del año 2019 finalizaron su ruta por el Indostán, Asia Oriental y Central, y regresaron a España para comprarse una furgoneta 4x4. La decisión es clara, no quieren parar de viajar.

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