Retomamos el recorrido por la provincia de Gansu en China. Después de visitar Tianshui y las cuevas de Maijishan, nos fuimos en autostop hasta la capital de la provincia, la ciudad de Lanzhou. Así continuaría nuestro viaje a través de Zhangye, Jiuquan, Jiayuguan y Dunhuang. Siempre hacía el Oeste.
Muchos chinos comentan que Gansu es la provincia más pobre de toda China, y así es, pero tiempo al tiempo porqué a día de hoy el gobierno está invirtiendo mucho dinero en sacar a Gansu adelante dándole un aspecto -en algunas zonas- más moderno. Concretamente, se han propuesto unos años para conseguirlo y no da la sensación de ser inabarcable. Recorriendo la provincia nos damos cuenta de la gran cantidad de obras urbanísticas que hay en marcha. Nuevas carreteras, demolición de viviendas de planta baja que serán sustituidas por grandes edificios de hormigón, edificios vacíos construidos esperando a personas que los habiten… Esto no tiene freno alguno y es una realidad, para bien o para mal. En unos años Gansu cambiará radicalmente. Versionando la canción de Peret: China es poderosa, China tiene poder.
Estas ciudades, dejando a un lado lo específicamente relacionado con la China de La ruta de la seda, son de estilo han y encontrar alojamiento que acepte extranjeros se vuelve absurdo y complicado. Hay muchísimos lugares que vale la pena conocer, pero no teníamos ni el tiempo ni los recursos para abarcarlos todos, tuvimos que escoger si no queriamos dejarnos mucho dinero en entradas turísticas, que no son precisamente baratas. A nuestros ojos los trabajos de remodelación de algunos de estos sitios turísticos se hacen con poca estima, llegando incluso a modernizarlo tanto que se ve excesivamente bonito y poco natural. Por lo demás, seguimos apostando en nuestro viaje por conocer la idiosincrasia del pueblo chino, donde la ruta de la seda es una excusa más para poder entender un poco su presente.
Parada técnica en Lanzhou
Llegados a Lanzhou nos dimos cuenta que nos encontrábamos a las puertas de una China diferente a la que veníamos viendo. Quizá por ser una ciudad ubicada entre provincias, quizá por haber sido cruzada por tantas etnias diferentes o por estar a orillas del río considerado el origen de la cultura china, esta ciudad es una mezcla de muchas cosas. De primeras es una ciudad basta de grandes edificios, con mucho tráfico y ruidosa. Empezamos a notar más presencia de rasgos diferentes a los han y lo notamos también en la oferta gastronómica. El plato estrella son los beef noodles. Sí, este plato omnipresente en muchas regiones de China tiene su origen en esta ciudad.
En los dos días que pasamos en Lanzhou recorrimos algunos de sus mercados durante el día y la noche, como el Zhengning Night Market y Hezheng Lu Night Market. Un mercado nunca nos deja indiferentes – y la comida es realmente buena aquí -.
Al Norte de la ciudad está el río Amarillo, que se refieren a él como el río madre. A sus orillas hay un paseo con diferentes parques y por la tarde hay ambientazo. Paseando en dirección Oeste se llega hasta el primer puente fijo que se construyó sobre este río, el Zhongshan Bridge. Una estructura que se cruza a pie y que conduce directamente al Baitashan Park.
¿Por qué fuimos al Baitashan Park? Porqué es de lo más tranquilo que podíamos hacer en esta ciudad. Está situado en la ladera de una colina y en la cumbre se encuentra la White Pagoda. Alrededor del parque hay varios caminos, pequeños templos, áreas de descanso y lugares para tomarse un té con vistas a la ciudad. No es un mal lugar para disfrutar de un atardecer con vistas al río. Como es normal en el país, nos pararon diferentes veces para saber de donde éramos, que estábamos haciendo por allí y si podían tomarse una foto con nosotros.
Aunque la ciudad no nos desagradó en absoluto, llegamos a ella para empezar nuestro periplo hacia el Oeste del país, cruzando la provincia de la que Lanzhou es capital. Así que, después de Lanzhou pusimos rumbo a Xining y los monasterios tibetanos Kumbum, Rongwo y Wutun Si y luego a Zhangye, regresando así a la provincia de Gansu.