Al poco de pisar suelo Armenio, decidimos ir caminando desde la frontera con Irán hasta la población de Meghri. Poco tardamos en ver el primer indicio que nos encontrábamos, de nuevo, en un país de la antigua Unión Soviética. Los Lada son los vehículos por excelencia y verlos circular por la carretera, es prueba inequívoca. Visitados los stan de Asia Central vemos más similitudes con Armenia, pero no en la religión. Armenia fue el primer país donde se proclamó el cristianismo como religión oficial.
Después de estar 1 mes sin pisar un cajero automático ni sacar dinero con la tarjeta – en Irán hay que llevar dinero en efectivo y cambiarlo en las casas de cambio – fuimos en busca de uno y así sacar algo de dinero. Continuamos viaje andando por la carretera con la firme convicción que alguien nos llevaría a Kapan. El autostop nunca falla si confías en él y finalmente conseguimos hacer la ruta subidos en un camión que se dirigía a Goris. Las carreteras en Armenia son montañosas y el asfalto está en mal estado, y para llegar a Kapan teníamos que superar un imponente puerto llamado Meghri Pass.
Una vez en Kapan dudamos si continuar con el camionero hasta Goris. Aún nos quedaban muchos kilómetros por delante y estábamos cansados. Ese día habíamos salido de Tábriz, cruzamos la frontera, paramos en Meghri, sacamos dinero y conseguimos llegar a Kapan. Ya teníamos suficiente y necesitábamos descansar, comer algo y reponernos de tanta intensidad. Y es que los días que cruzamos una frontera tenemos la sensación que el día cunde como si fueran dos distintos. Además suelen ser días surrealistas con una fuerte carga emocional por todas las cosas que suceden en ambos lados. Días así, donde el tiempo se estira tanto, y con tantas anécdotas, hacen que viajar merezca mucho la pena.
Cosas del viaje, parece que aún el día no iba a terminar. Nos preguntábamos dónde íbamos dormir. Anduvimos Kapan de arriba a abajo hasta que acabamos encontrando una organización , dueños de un camping y nos ofrecimos a realizar un voluntariado. Debido a esta parada, a los pocos días, nos ofrecieron seguir con otras tareas en un pequeña aldea a unos 30 Km de Kapan, llamada Tandzaver.
En la aldea vive una pareja española que está llevando a cabo un proyecto para impulsar ingresos alternativos al cultivo, ganadería y a la tala de árboles, que es de lo que viven principalmente en esta población. En Armenia, como en España, las aldeas también sufren de despoblación, y a través de actividades y festivales pretenden mostrar que la vida en un pueblo también puede tener alicientes para ellos.
¿Sabíamos lo que era el land art? ¡No teníamos ni idea! Hasta que llegamos aquí. Ayudábamos en las labores de mantenimiento del campus y no estábamos solos. Artistas armenios, polacos y españoles para hacer sus obras en la naturaleza, en esto consiste el land art. Encontrarnos junto a personas con proyectos de vida tan distintos nos hizo una estancia muy enriquecedora. Cada noche, todos, nos íbamos a cenar a casa de una familia, le llamábamos “la casa de la abuela”. Las noches se alargaban comiendo, bebiendo vodka, tocando y cantando. Al acabar, de noche, regresábamos caminando al campus bajo un cielo estrellado.
Nos sentíamos muy a gusto y sabíamos que tarde o temprano nos tendríamos que marchar. No lo hicimos hasta que nos picó el gusanillo de seguir explorando. Una mañana nos despertamos y decidimos de seguir camino. Pusimos rumbo a pie hasta el Monasterio de Tatev. No dista mucha distancia y por el camino se encuentran otras pequeñas aldeas. Nos dimos cuenta que por la zona también se practica la apicultura, ya que uno de los que nos ayudó a llegar al monasterio fue un apicultor que iba montado en un clásico Lada. Alternando un ratito a pie y otro en autostop, llegamos a Tatev.
El monasterio de Tatev es del siglo IX. Es el lugar más visitado de todo Armenia y se encuentra enclavado en lo alto de una profunda garganta del río Vorotán. Visitamos el monasterio, hicimos las fotos de rigor y seguimos nuestro camino a pie por un camino, marcado recientemente con líneas rojas y blancas, que conduce al fondo de la garganta. Queríamos llegar hasta el Tatevi Anapat, un monasterio que a día de hoy sigue habiendo un auténtico ermitaño. Hablamos un rato con él, y nos despedimos. La pista enlaza con el trekk denominado Barev Trail.
Para rematar el día solo nos quedaba llegar a Goris. Fue sencillo, el autostop funcionó bien. Esta vez un turista australiano nos llevó hasta el mismo centro de la ciudad. Allí encontramos un apartamento en una casa típica armenia. Decidimos quedarnos varios días a descansar y visitar algunos puntos turísticos de la ciudad, mientras compartíamos las noches con un granadino muy salado que vivía en Moscú.