Al otro lado del Río de la Plata se encuentra Uruguay, un país que puede pasar desapercibido pero son muchos los que deciden venir hasta aquí para disfrutar de sus playas y ciudades. Se puede llegar en barco cruzando el río desde Buenos Aires, pero nosotros lo hicimos a nuestra manera, recorriendo cientos de quilómetros a dedo.
Tardamos en llegar porque coincidimos con un puente largo argentino. Rumbo norte, parecía que todos se pusieron de acuerdo para hacerlo en esta dirección ¡así que mejor para nosotros!
Después de unas tantas horas y unos mates con nuestros ángeles del camino, llegamos a Colonia de Sacramento.
Es una ciudad con un centro histórico reconocido como patrimonio de la humanidad, a orillas del Río de La Plata. Sus calles empedradas y vestigios de los años prósperos dan una idea de lo que pudo ser la ciudad, hoy centro turístico por excelencia. Paseamos por sus calles cámara en mano para captar la belleza del lugar. Puede que algunos discrepen, pero para nosotros no tenía mucho más que ofrecer y pusimos rumbo a la capital.
Sorprende la poca cantidad de coches que circulan por las carreteras uruguayas y lo largamente desoladas que parecen si no fuera por la cantidad de campo que predomina en sus pequeñas o inexistentes laderas.
La ciudad de Montevideo es grande, pero poco si la comparamos con otras capitales del continente y la gran parte de los puntos de interés se pueden recorrer andando. Sabes que estás en Uruguay cuando la mayoría de las personas portan el mate en la mano y el termo bajo el brazo, la cultura del mate en este país es aún mayor que en su vecino país. Más importante que respirar es tomar mate en esta parte del mundo.
Recorrimos el centro y el paseo marítimo, nos adentramos en sus calles en la feria de Tristán Narvaja. Pero el tiempo no estaba de nuestra parte. Llover, llover y llover, nosotros lo intentamos, salimos a conocer pero se hace difícil cuando parece despoblada. Nos tocó conocer el país bajo una lluvia continua y con esas expectativas no había mucho ánimo de ir a conocer la costa y playas del país. No nos brindó su mejor cara y nosotros no somos de forzar a nadie, así que decidimos seguir rumbo al norte hacía Argentina en busca de la frontera en las ciudades de El Paso – Concordia.
Llegamos y después de unos cuantos días de descanso en las cabañas de nuestro amigo Julián en Concordia, visitas turísticas y una clase de tango, volvimos a poner rumbo norte hacía Posadas, ya en la provincia de Misiones en Argentina para llegar a la triple frontera Argentina, Paraguay y Brasil, y poder contemplar las Cataratas del Iguazú.