Nuestra llegada a la ciudad más grande del país estaba próxima y a estas alturas habíamos oído de todo. ¡Aunque poco nos importaba, teníamos tantas ganas de conocerla!
Primero conoceríamos la capital de la provincia, la ciudad de La Plata, y seguido, la del país, Buenos Aires. Las razones que nos trajeron a cada una de ellas son distintas. De una de ellas solo sabíamos que es la ciudad natal de un amigo con el que nos íbamos a encontrar y de la otra sabíamos tantas cosas que teníamos que verlo con nuestros propios ojos.
Llegamos a La Plata, una ciudad que no entra en demasiadas rutas turísticas pero que no carece de interés. Para los entendidos en urbanismo suponemos que es digna de estudio, por su distribución. Basta con mirar un mapa y darse cuenta de lo que hablamos. Entre sus curiosidades destacamos que es una ciudad cuadriculada, con dos grandes diagonales que la atraviesan de extremo a extremo. Cada seis cuadras, hay un parque, lo que hace que sea una ciudad muy verde, y en casi todas las calles hay árboles, que según cuentan, fueron plantados diferentes tipos para que los ciegos pudiesen orientarse gracias a los olores.
Como contamos, no llegamos aquí de casualidad pero tampoco con un interés cultural, aunque reconocemos que la ciudad nos gustó. Llegamos porque Nico cumplía años. Este viejo amigo, de esos con los que puedes estar recordando batallitas durante semanas, y a los que te une una amistad nacida en nuestra ciudad natal, nos esperaba en su ciudad para celebrar su cumpleaños. Junto a su familia, que nos recibió con todo el cariño del mundo y que nos hicieron sentir uno más de la familia, pasamos los días. No hay mejor manera para conocer un lugar que hacerlo con alguien que haya nacido y se sienta orgulloso de pertenecer a éste.
Con esas, conocimos lo primero, la cancha de Gimnasia. En la ciudad de La Plata existen dos grandes equipos de futbol, o eres de Estudiantes, o eres de Gimnasia. No hay más. Este estadio está en el Bosque, y de ahí que a los de Gimnasia les llamen el Lobo, los de Estudiantes son los Pincharratas o León. Una ciudad que cuenta con una de las pocas obras realizadas en Latinoamérica del arquitecto Le Corbusier, la casa Curutchet. Tan importante debe ser, que se filmó una película en torno a esta casa, El hombre de al lado.
Paseamos por las plazas con sus parques, la catedral y nuestro viaje siguió, siguió no muy lejos de donde estábamos, ya que nuestra intención era visitar Buenos Aires, a nuestro aire, recorriendo los diferentes rincones. Tan conocida es la ciudad que poco descubriríamos que no esté documentado ya, así que nos dejamos llevar por nuestro instinto y recorrimos las diferentes zonas de la ciudad. En el barrio de Boedo nos recibieron Emilia y Joan, una pareja encantadora que nos brindó mucha información acerca de la ciudad.
Lo primero que visitamos, San Telmo. Aprovechando que los domingos se da una feria muy importante y el barrio se llena de buen ambiente, recorrimos a pie desde la casa Rosada hasta la plaza Dorrego, conociendo por el camino otros atractivos turísticos. La feria, ¡ambientazo! La plaza se llena de gente, los diferentes artistas exponen sus obras para deleite de los que pasean sin prisa, sin rumbo, y siempre hay alguien con intención de comprar algún obsequio. En los rincones, ya es tradición, se puede disfrutar de algo tan porteño como el Tango, baile tan popular que sobrepasa fronteras. No es que sea exclusivo de Buenos Aires, pero por su demanda, aquí es donde se concentran el mayor número de escuelas, milongas y movimiento de este baile.
Y ya que estábamos tan cerca, no podíamos dejarlo para otro día, tuvimos que llegar hasta La Boca, tan popular es este barrio que nos tenía con muchas ganas. Des de su cancha de futbol, La Bombonera hasta las casas coloridas de la zona del Caminito. Nos perdimos, adrede, por sus calles.
Otro día sería el turno de Palermo, un barrio tan diferente a los anteriores que parece otro Buenos Aires. Sus grandes avenidas, edificios altos y parques no tienen nada que ver con lo que habíamos visto el día anterior. Esta era la Buenos Aires capital, con otra personalidad y más parecido a otras capitales.
Dedicamos el resto de días a visitar algún museo, repetir algún barrio visitando el cementerio de la Recoleta, buscando la normalidad de la ciudad, tarea difícil cuando el señor Obama decide visitarla los mismos días que nosotros. Nos quedamos con esos momentos en los que nos sentimos realmente integrados, formando parte de la ciudad.