Bali es quizá la isla más conocida de toda Indonesia. Es en su mayor parte hinduista, a diferencia del resto de islas. Siendo la más turística, la oferta de alojamiento tipo resort es elevado y la cantidad de actividades que ofrece no es escasa.
Nuestro paso por la isla lo dividimos en dos partes, ya que el vuelo de salida del país lo teníamos des de esta isla.
En una primera parte nos centramos en recorrer el norte para llegar a Padangbai y de aquí pasamos a la isla de Lombok. A nuestro regreso dedicaríamos más tiempo a visitar el resto de la isla.
Nada más desembarcar en el puerto pusimos rumbo a Lovina, una pequeña aldea en la costa norte donde los resorts abundan, y como si entendiera que necesitábamos una más que merecida alegría, nos sirvieron en bandeja una habitación muy económica en un resort con piscina. No estamos acostumbrados a estos lujos, pero después de nuestro paso por la isla de Java, sin duda, decidimos aprovechar la oportunidad. Durante los días que pasamos en Lovina nos dedicamos básicamente a desconectar y disfrutar, visitar pequeños templos y hablar con la gente del lugar. Ya con el primer contacto nos dimos cuenta que el carácter es diferente a su isla vecina, y al practicar el hinduismo, también algunas costumbres. Todas las mañanas la gente sale a las calles y, en las puertas de sus casas y negocios, posan las ofrendas para que el día resulte prospero. Cada casa, tiene un templo al que acuden en diferentes momentos del día para rezar.
Una vez volvimos de la isla de Lombok, que explicaremos nuestro paso por ella en la siguiente entrada, nos dirigimos a Ubud. Es una ciudad bastante turística en el centro de la isla, pero que creemos que es un buen lugar para ver de cerca la cultura balinesa.
Bali nos tenía preparada una experiencia muchísimo mejor. Un funeral real. La princesa de Ubud había muerto hacía unos días y la ciudad se había preparando para la despedida.
Tuvimos la gran suerte que el propietario del lodge donde nos hospedamos nos propuso acompañarnos y explicarnos todo el ritual. Nosotros aceptamos sin dudarlo ni un segundo. Nos vestimos para la ocasión y poco antes del mediodía llegamos a las puertas del Palacio Real donde una gran estructura en forma de pagoda blanca esperaba a que el ataúd se introdujera en el interior. Un grupo de jóvenes músicos ambienta la celebración con cánticos y tamborilada. Una vez el ataúd está en su sitio, levantan la estructura para pasearla. Lo hacen a pulso entre muchas personas y de manera desbocada empiezan a dar vueltas antes de empezar el camino hasta el altar de cremación. La celebración y la música transcurren por las calles, donde muchos habitantes salen para mostrar sus respetos a la familia y al difunto. Una vez llegan al lugar de cremación, deben cambiar el muerto de lugar. Lo sacan del ataúd y lo introducen en un caballo de madera. Durante el proceso, las múltiples ofrendas rodean el altar antes de ser introducidas en el caballo con el cuerpo. Al rato, se prende fuego y arden tanto el caballo, como el cuerpo y las ofrendas. Así termina el ritual y todos los asistentes se despiden, dejando la humeante hoguera en medio de la plaza.
Otro de los días que pasamos en Ubud, lo dedicamos a disfrutar de los alrededores. Alquilamos una moto y nos acercamos a ver algunos de los famosos templos que se reparten por toda la isla. Un lugar de reunión para muchos fieles y donde la serenidad desaparece cuando el engaño y la picaresca se adueñan de los lugareños, pero ya estábamos más que acostumbrados.
Uno de los grandes de la isla es su volcán Batur, un cono perfecto que se alza por encima de las planicies y montañas aledañas. Casi siempre cubierto, a nosotros nos pareció buena idea rodearlo, acercarnos hasta él para admirar su majestuosidad des de su falda.
Bali se mostró más amable y simpática. Pudimos aprender sobre su cultura, disfrutar sus virtudes y entender sus carencias. No es fácil mantenerse en la cresta de los destinos turísticos y seguir teniendo un carácter propio, seguir siendo lo original que se pudo ser años atrás, pero Bali sigue conservando parte de todo lo que fue.
4 comentarios
Jo!, hay que subir, hay que subir hasta la cimaaaaaaa!!!!!
Hola Javier,
Debe de ser precioso, pero me temo que subir por nuestra cuenta aquí, acabaríamos mosqueados con los indonesios que a pie del camino nos pararán y obligaran a contractar un falso guía para subir. Evidentemente otro engaño más para sacarnos los cuartos, Indonesia en este aspecto no nos convence, que suban otros. Será por montañas en el mundo!
Un abrazo,
Alberto & Sonia
ahí le has dao
Gracias Javi, es nuestra humilde opinión.
Un abrazo,
Alberto & Sonia