Isla de Cebú: nadando con el tiburón ballena

El vuelo que nos trajo de Puerto Princesa hasta la isla de Cebú fue rápido, tanto que en poco más de una hora ya estábamos pisando la isla. Decidimos que no nos interesaba tanto parar en la ciudad de Cebú. Filipinas tiene mucho que ofrecer fuera de las ciudades y nosotros no queríamos perder ni un segundo.

Pusimos rumbo al sur de la isla, con la decisión tomada de llegar a Oslob, el trayecto se hizo largo y tedioso.

Encima llegamos de noche y la búsqueda de algún sitio para dormir se complicó más de lo normal, pero echando mano de improvisación y algo de morro conseguimos algo mucho mejor que una habitación. Esa noche acabaríamos durmiendo en una cama al aire libre en un guesthouse de alto nivel con piscina, zona chill out y con vistas al mar, con más servicios y por muchísimo menos de lo que nos hubiese costado una habitación cutre. ¡No nos lo podíamos creer!

Al día siguiente madrugamos, no queríamos llegar tarde a la cita prevista. Ese día habíamos quedado con unos peces bien grandes, aceptamos el reto de bañarnos con ellos.

Un saltito des de la barca y ya estábamos entre ellos ¡Sí! Los tiburones ballena. Enormes, colosales y totalmente inofensivos que solo por el tamaño de su boca imponen respeto. Ya estábamos nadando entre ellos.

Al cabo de un rato la diversión había acabado, pero las sensaciones y lo experimentado perduró por varios días más, convirtiéndose en una experiencia a recordar para toda la vida.

De vuelta a por nuestras mochilas, un baño en la piscina, una ducha rápida y un rato hablando con la dueña del guesthouse. No nos hubiésemos marchado de allí, pero debíamos seguir la ruta hasta el sur de la isla y llegar a tiempo de coger el ferry que nos llevará a Dumaguete, ya en la isla de Negros.