Ya veníamos con ganas de hacer un voluntariado en algún momento durante nuestro viaje por América del Sur, pero si bien hubiésemos podido hacerlo en otros países, éste es donde buscamos y surgió la oportunidad. Un orfanato en la ciudad de Sucre fue el lugar que elegimos para ofrecer nuestro tiempo a cambio de alguna sonrisa.
Habíamos oído hablar del Hogar Tata Juan de Dios, así que nos pusimos en contacto con Txell, que estuvo de voluntaria en su paso por Bolivia en su viaje y con Pau un chico nacido en Sucre pero que ha vivido prácticamente toda su vida en Cataluña.
Durante nuestro tiempo en Sucre nos facilitó mucho las cosas para acudir todos los días al orfanato y dar nuestra ayuda en todo lo que fuese necesario. Nuestra aportación se basaba básicamente en ayudar en las tareas cotidianas de los niños: darles de comer, jugar y entretenerlos, cambiarles de ropa y pañales, llevarlos a dormir… Los niños se dividen en dos grupos de edades bien diferenciadas y que ninguno supera la edad de los 6 años. Nos dieron a escoger el grupo de niños que nos sintiéramos más cómodos para trabajar y mientras Alberto escogió el grupo de los más grandes, Sonia se quedó con los más pequeños.
Para Navidad, todos los años, el orfanato prepara una representación del pesebre con todos los niños. A parte, en la cocina preparan papas rellenas y empanadas fritas acompañadas con api morado. Fuimos afortunados de poder participar en la representación como anunciadora y rey Gaspar, respectivamente. Durante la representación, el orfanato recauda dinero a través de la venta de la comida, que sin duda bien hace falta. Fue muy divertido y los que más lo disfrutan son los niños. Carentes de vergüenza, ellos se desinhiben con la gente y sacan más de una sonrisa y dan más de una lección de vida a muchos de los asistentes.
Por un tiempo, la capital de Bolivia, se convirtió en nuestro día a día. Es una ciudad realmente bonita y muy tranquila. El mercado, sus calles y plazas se convirtieron en nuestros espacios habituales. Hicimos vida normal, dejamos el traje de viajero aparcado y nos vestimos de rutina. Al coincidir con fechas navideñas, por la noche salíamos a la plaza a contemplar lo que ocurría. Los bailes típicos de estas fechas, los villancicos bolivianos que tienen su propio baile particular, se daban en algún rincón de la plaza, otros aprovechaban para vender sus artesanías o tocar algo de música.
A poco más de una hora en coche, los domingos en la pequeña población de Tarabuco, hogar de la cultura Yampara, se realiza un mercado indígena. Un espacio donde comunidades rurales hacen intercambio de alimentos, aparatos, ropa nueva y de segunda mano. Todos compran y venden. Puestos de comida y bebida no faltan tampoco. Nos pareció muy auténtico. Muy interesante ver las diferentes vestimentas de los campesinos. Cada uno correspondiente a su lugar de origen. Es bueno ver esta otra cara de Bolivia saliendo de la burbuja que representa por momentos el centro de Sucre.
Así pasaron los días, y llegó el día que quisimos continuar la marcha. Anna y Bastien la pareja de franceses con la que coincidimos en Cuzco, vinieron a visitarnos a Sucre con la idea en mente de proponernos que nos uniéramos a la aventura de cruzar el Salar de Uyuni y la Cordillera de Lípez por cuenta propia en su furgoneta. ¡Menuda propuesta, no nos lo pensamos! Terminado nuestro voluntariado en Sucre, fuimos a preparar la logística del auto y alimentos antes de marchar por varios días a recorrer el altiplano.
Por el camino visitamos Potosí, una ciudad a 4000 metros de altura y que tiene como telón de fondo el Cerro Rico. Fue un punto clave en la historia colonizadora Española y no podíamos dejar sin visitar su pasado arquitectónico colonial. Cerro Rico fue famoso por ser la mina de plata más grande del mundo y que ¡hasta en el libro del Quijote hay una frase que alude a esta ciudad! Podríamos considerar esta ciudad como una de las que más riquezas ha dado al mundo y que hoy en día es de las que menos tiene. Y no les falta razón al leer su compleja historia.
¡Esto vale un Potosí!
10 comentarios
Me a gustado mucho ver a la anunciadora y al rey baltasar……estábais muy guapos.
Ahhhh…..a la vuelta nos debéis unas papas rellenas!!!
Un abrazo
Hola Mari,
Gracias por el comentario, las papas rellenas creo que sabríamos hacerlas y os podemos enseñar. Aunque si queréis podéis buscar por internet como se hace la papa rellena boliviana, hay muchas recetas distintas y seguro que os saldrán muy buenas, sobretodo no olvidéis de añadirle el ají!
Besos
Alberto y Sonia
Precioso el reportaje, como siempre. Muy orgullosa de esa actitud altruísta con los niños de Sucre.
Besos
Gracias Ecano. El voluntario era un deseo y ahí en Sucre buscamos la oportunidad. Fue muy bonito y esperamos algún día poder hacer otra visita de manera voluntaria.
Besos
Como siempre dejándonos unas imágenes y "aventuras" de lo mas interesantes, bonita manera de pasar la Navidad, felicidades pareja.
salu2
Gracias por el comentario Alba….¡Ay no, Miguel! jajaj
El de antes era yo…….jejejeje…..que me habían "usurpado" la cuenta y no me había dado cuenta, un abrazo.
Ya nos lo imaginamos Miguel, no te preocupes! Un abrazo!
Bonita experiencia navideña! Además esos disfraces os quedan genial.
Me alegro mucho de que todo vaya estupendamente.
Besos y abrazos!!
Hola Alfonso,
Todo va muy bien y fue una bonita experiencia!
Besos y abrazos