Desde que salimos de Bolivia nos propusimos realizar absolutamente todo el recorrido por Chile y Argentina a puro dedo. No estamos hablando de pocos kilómetros, contando que Chile es el país más largo de nuestro planeta y las distancias en Argentina son largas, os podéis hacer una idea de la cantidad de tiempo que pasamos en la carretera.
Los 1991 kilómetros que separan Purmamarca de Mendoza así fueron, así hasta día de hoy.
En este escrito queremos destacar la voluntad de todas las personas que paran y nos hacen hueco en sus autos durante horas. También la hospitalidad y el recibimiento de las personas que aceptan nuestra presencia por unos días en sus casas gracias a la red de Couchsurfing.
Donde hay voluntad hay un camino.
Cuando cruzamos el paso de Jama, una de las tantas fronteras Chile – Argentina, pusimos rumbo a Purmamarca, pero no esperábamos encontrarnos un camino tan largo y solitario. A parte de la carretera, los asentamientos o poblaciones son mínimas y el paisaje es algo inhóspito. Cruzamos la Quebrada de Humahuaca en la región de Jujuy para llegar a la población de Purmamarca. Paramos un par de días para disfrutar del lugar, visitar y pasear por sus alrededores ya que el paisaje nos parecía único. Hay que reconocer que es muy bonito el enclave, pero en fechas vacacionales aquí llegan gran parte de los jóvenes que salen a mochilear por Argentina y todo estaba completo.
Uno de los mayores atractivos de Purmamarca es el Cerro de los Siete Colores. A espaldas de la población se alza un cerro que se tinta de diferentes colores debido a su composición. Basta con cruzar la carretera principal y subir un pequeño cerro para tener una vista panorámica.
Pronto salimos de allí poniendo rumbo al sur. Nuestro objetivo era llegar a Salta. No sabíamos que Argentina iba a ser uno de los países que más rato nos iba a tener a pie de asfalto, y es que entre la desconfianza al mochilero y la gran cantidad de gente que en estas fechas recorre el país de este modo la probabilidad de éxito disminuye considerablemente. Pensando, dimos con nuestra solución: hacer un cartel contando nuestro proyecto viajero, y bien grande para que se pudiera leer a larga distancia y alta velocidad. La cosa mejoró bastante. A día de hoy, a cachos, pero aún lo mantenemos. Eso sí, cuando la persona nos levanta de la carretera, nos lo da todo, y no hablamos de cosas materiales, hablamos de hospitalidad. Estos corazones argentinos nos tienen embelesados.
Volviendo al camino, finalmente nos levantaron y nos llevaron hasta San Salvador de Jujuy, donde proseguimos nuestro camino con dos autos más hasta Salta.
Salta es una ciudad importante al Norte de Argentina, ubicada al Este de la Cordillera de los Andes suele tener un clima suave. Visitamos el centro y paseamos sus calles, como solemos hacer en todas las ciudades. Dormimos una noche en el camping municipal a un precio irrisorio pero pronto nos acogió Miguel, y durante los días que pasamos hospedados en su casa nos introducimos en la cultura argentina tomando mate, viendo cine nacional y compartiendo impresiones de nuestros viajes por el mundo.
Pusimos rumbo al Cafayate, tierra de vinos.
Estuvimos acampados en un camping con muchos turistas locales y fue la guinda perfecta para introducirnos más aún en otro tema, la cultura del asado, son expertos y la carne de vacuno argentina es deliciosa.
Después del Cafayate pusimos rumbo a San Miguel de Tucumán, paramos por el camino a visitar las dos poblaciones de Amaicha del Valle y Tafí del Valle, diferentes en cuanto a paisaje pero ambas muy bellas. No demoramos demasiado ya que tuvimos suerte y aprovechamos que un señor que iba directo para San Miguel de Tucumán, haciendo paradas turísticas por el camino, nos llevara en su auto. Nosotros evidentemente le acompañamos hasta la ciudad, parando a comer por el camino unas empanadas al horno rellenas de matambre, otro must muy argentino.
Llegamos un día antes a San Miguel de Tucumán, Natalia nos esperaba al siguiente día. En su casa se respira mucha solidaridad ya que acoge animales por un tiempo después de que estos hayan pasado por un trauma, sea psicológico o físico, los tiene por un tiempo cuidándolos y adaptándolos a una cierta rutina, hasta que ve el momento de que alguien los puede adoptar. Nos encantó vivir esta experiencia de estar en un hogar de tránsito para animales.
Pusimos rumbo a Córdoba, pero aún quedaba mucho recorrido por hacer. En la carretera nos levantó un camionero que iba directo a la ciudad, un tipo estupendo que nos hizo el recorrido entero, de día y de noche, a base de mates pasamos una larga noche hablando de mil cosas, Nos dejó dormir en su camión y nos dio tips estupendos para tener un recorrido a dedo con éxito por toda Argentina.
A Córdoba llegamos. Una ciudad estupenda, juvenil y universitaria, nos encantó ella y su entorno. Perfecto para vivir. Pero sinceramente, no hubiera sido lo mismo si no hubiéramos conocido a Gloria y Pablo. La historia es extensa desde que nos dejó el camionero hasta que Gloria y Pablo nos vinieron a buscar allá donde estábamos. Llegar a su casa en Montecristo fue como aparecer en el edén y más aún cuando nos propusieron que descansáramos, ya que esa misma noche iríamos con ellos a ver el Festival de Jesús de María, muy famoso en todo el país, y celebrar un cumpleaños con su familia. No íbamos a rechazar tal propuesta, la oportunidad de compartir un evento familiar hace que uno aprenda de cualquier cultura y te acerca mucho más a las personas. En los siguientes días se encargaron de mostrarnos su ciudad, la cual se conocen muy bien y se nota lo mucho que la quieren, y la Sierra de Córdoba, absolutamente bella, no sabíamos que estos paisajes nos iban a sorprender tanto.
No nos queríamos ir, pero además partir hacía Mendoza no las teníamos todas con nosotros en llegar ese mismo día. La idea era partir este trayecto en dos etapas a dedo y así poco a poco ir avanzando. Pero cosas del destino, nos montamos en un camión que iba casi directo, cuando un policía de esos que se encuentran haciendo control entre las provincias, lo paró y le indicó que no podía avanzar más, bajamos todos enfadados e indignados en medio de la nada pero nosotros continuamos haciendo dedo hasta que nos rescató Ariel, un señor que nos llevó hasta la mismísima ciudad. Nos ayudó más tarde a buscar hospedaje, pero como llegamos tarde los más económicos estaban completos, solo quedaba uno de precio aceptable, pero cuando vio donde nos íbamos a meter, insistió muchas veces que fuéramos con él a su hotel y que no nos preocupáramos más por nada. ¡Nuestra salvación en todos los sentidos!
Los días siguientes y gracias a Couchsurfing dimos con Nadia, una chica geógrafa que trabaja y vive en Mendoza. Otro angelito más del camino que nos acogió, ayudó en nuestra visita a su ciudad, nos dio una vuelta por las montañas y nos recomendó visitar las bodegas de vino de Carmelo Patti.
Mendoza, junto con el Cafayate son las dos provincias punteras en la elaboración de vinos argentinos, un gusto para los sentidos. Aquí en Mendoza descubrimos el vino elaborado con la uva Malbec y probamos el tan argentino Fernet con cola.
Nuestra primera larga etapa Argentina se iba acabando, regresábamos a Chile. Lo mejor de un viaje son las personas que uno va conociendo por el camino. Dejar fluir, confiar, hacer caso a la intuición y no querer tener todo controlado hace que surjan estas experiencias tan buenas y enriquecedoras, con miedo nada de esto hubiera ocurrido y no podríamos haber escrito esta entrada dedicada a todos estos nuevos amigos.
2 comentarios
Ya echábamos a faltar vuestros reportajes. Precioso, como siempre.
Besos.
Hola Ecano,
Para variar vamos retrasados en el blog, aunque a ver si nos ponemos al día en estos días. 🙂 Un abrazo y nos alegra que te guste.
Alberto y Sonia