Llegamos a esta ciudad con mucha ilusión, con tiempo y ganas de recorrerla lo suficiente para poder exprimir al máximo la penúltima etapa de nuestro viaje. Se puede decir mucho de esta ciudad llena de curiosidades, pero para nosotros ha sido puras sensaciones.
La ciudad de Salvador de Bahía vibra de una manera especial. Cada calle, avenida o paseo huele a lo que uno espera si viene por primera vez a Brasil. Tal como llegamos a la ciudad lo sentimos, iba a ser una ciudad que nos iba a conquistar pero no le iba a resultar fácil.
Al principio nos abrumó de tal manera que nos agobió un poco, pero nos lo tomamos con calma, nos relajamos y empezamos a recorrer la ciudad con los ojos bien abiertos y los sentidos bien dispuestos.
¡Al fin y al cabo íbamos a estar unas dos semanas por aquí antes de salir de este continente!
Bien acompañados nos acercamos hasta Candeal, una favela bien conocida gracias al músico Carlinhos Brown, dónde nació e invirtió para que sus habitantes cambiaran su modo de vida. Dos asociaciones musicales, negocios, varias ONG y muchas ganas de prosperar hacen de esta favela una favela modelo. Lo impactante es que a escasos metros se alzan edificios de lujo donde las condiciones de vida son bien distintas a las de esta favela.
Estos contrastes son habituales en Salvador, lo sentimos más que en Río de Janeiro, los barrios más populares o favelas no están del todo ubicados en los morros o apartados, sino que se mezclan entre los barrios más adinerados y en tan solo una calle se pueden ver diferentes realidades.
Lo más conocido es el casco antiguo, Pelourinho. Aquí se concentra la mayoría de la actividad cultural de la ciudad y cuando el calor va desapareciendo la cosa se va animando. Casi todos los días se puede disfrutar de batucadas y bailes con diferentes espectáculos. Sus casas coloridas, calles empinadas y empedradas hacen de este barrio un imperdible. Es precioso. Los martes, a eso de las seis de la tarde se celebra la misa afrobrasileña más popular de la ciudad. A ésta acuden tanto lugareños como turistas, y al ritmo de los tambores se celebra esta misa cantada. También vale la pena sentarse en las escaleras del punto más famoso de Pelourinho y esperar a que algo acontezca. La señora del acarajé nunca falta a su cita, los caza turistas, los artistas callejeros con sus artesanías y los visitantes disfrutando del espectáculo.
Y es que si eso fuese poco, Salvador tiene buenas playas donde refrescarse durante el día y divertirse por la noche. El barrio de Barra es por excelencia el más visitado. El faro y su avenida son una estampa muy conocida y para nosotros este barrio es el mejor lugar para establecerse cuando uno visita la ciudad. Pero no son las únicas playas, Rio Vermelho y Ribeira son lugares donde uno puede disfrutar de bonitas playas y mucho más tranquilas. La iglesia del Bonfim se encuentra en este último, es un lugar de culto católico, pero lo es también por el candomble. Muy común esta mixtura de religiones en la ciudad por su pasado histórico.
Pasamos los días contemplando los preciosos atardeceres de Salvador y bañándonos en sus playas viendo sobrevolar los aviones por encima nuestro con el faro de bahía de fondo. Nuestros últimos días en Brasil se acercaban y a pesar que todavía no estábamos fuera de la ciudad, ya la echábamos de menos. Lo bueno que al otro lado del charco había una familia impaciente por nuestra llegada y eso nos llenaba de felicidad.
¡Brasil país vibrante donde los haya, regresaremos! No pudimos escoger mejor despedida. América del Sur nos ha llenado de vida y su pueblo nos ha cautivado. Es increíble lo tanto que estas tierras y sus gentes nos han enseñado y es que saber que cruzando tan solo el océano atlántico hay millones de personas que piensan, sienten y hablan en tu mismo idioma… ¡Se nos ponen los pelos de punta!
2 comentarios
Que ciudad tan colorida, ciertamente hay bastantes contrastes pero al menos lo pudiste apreciar, muy bonitas las fotos por cierto. Gracias por compartir.
Muchas gracias Rosana por el comentario. La verdad que Salvador de Bahía tiene una vibra y un color super especial.
Saludos,
Alberto y Sonia